Presentación de las dos versiones más conocidas de la Tabla de esmeralda, traducidas por Juan Graal. Se trata de la versión del «Kitâb sirr al-Halîka», de Apolonio de Tiana, con las citas de Ibn Umayl, conocido en latín como Senior Zadith y la llamada Vulgata latina procedente de «De Alchemia».

Grabado de Henry Khunrath que representa un volcán, que es una isla, donde está escrita la Tabla de Esmeralda, en latín y en alemán, 1600.

Presentación

Uno de los textos más propios de la literatura hermética o alquímica que muestra la enseñanza secreta de Hermes Trismegisto es la “Tabla de esmeralda”, un breve conjunto de sentencias lapidarias que, según la leyenda, estaban grabadas en una tablilla de esmeralda que sostenía Hermes entre sus manos cuando se descubrió su tumba.

Hermes, la helenización del dios egipcio Thot, inventor de la escritura, la medicina, la alquimia y dios de la sabiduría, no solo se asocia a la alquimia sino también a la filosofía con su Corpus herméticum, del que ahora no hablaremos ya que nos centraremos en el texto que hemos mencionado. Se ha investigado muchísimo acerca su procedencia histórica, ya fuera egipcia o griega, pero la realidad es que los manuscritos más antiguos de los que se tienen noticia estaban escritos en árabe.

Hermes, la helenización del dios egipcio Thot, inventor de la escritura, la medicina, la alquimia y dios de la sabiduría, no solo se asocia a la alquimia sino también a la filosofía con su Corpus herméticum

En 1926 Julius Ruska emprendió una investigación rigurosa acerca de él concluyendo que seguramente existió un texto original en griego, cuando no egipcio, pero se trata de una mera suposición pues, en los textos alquímicos griegos que se conservan se cita muy pocas veces a Hermes; en cambio, entre los textos árabes se le atribuyen más de veinte manuscritos.

Es en este contexto cuando aparecen las primeras versiones de la Tabla de esmeralda. Una de ellas aparece incluida en el Kitâb sirr al-Halîka (El libro del secreto de la creación), probablemente del siglo VI, cuyo autor, Balînûs, nombre arabizado de Apolonio de Tiana, fue un filósofo griego de principios de la era cristiana, a quien se atribuyen todo tipo de curaciones y milagros, así como el conocimiento de la Piedra filosofal. Apolonio/Balînûs, a quien se llegó incluso a comparar con Jesucristo, explica en la introducción del Kitâb sirr al-Halîka, como encontró la Tabla de esmeralda:

Voy a daros a conocer lo que me concierne en particular. Yo era un huérfano de la villa de Tuaya (Tiana), en una completa indigencia y apartado de todo. Allí donde habitaba había una estatua de piedra, que se levantaba sobre una columna de madera, en la que se leía: «Soy Hermes, a quien la ciencia le ha sido dada; he hecho esta obra maravillosa en público, pero seguidamente la he ocultado gracias a los secretos de mi arte, de modo que sólo pueda ser descubierta por un hombre tan sabio como yo». Así mismo, sobre el pecho de la estatua, se leía en la lengua antigua: «Si alguien desea conocer el secreto de la creación de los seres y de qué modo fue formada la naturaleza, que mire bajo mis pies». La gente venía en masa a ver esta estatua, y todos miraban bajo sus pies sin ver. Yo sólo era un débil joven; pero cuando me volví más fuerte, y alcancé una edad más adulta, leí lo que estaba escrito en el pecho de la estatua, comprendí el sentido y comencé a cavar la tierra bajo la columna. Descubrí una cámara subterránea donde reinaba una espesa oscuridad, y en la que ningún rayo del sol podía penetrar. Si se quería introducir en ella una antorcha inmediatamente era apagada por la agitación de los vientos que no paraban de soplar. No podía encontrar medio alguno de seguir el sendero que había descubierto a causa de las tinieblas que llenaban el subterráneo y la fuerza de los vientos que soplaban me impedía penetrar a la luz de la antorcha. Como no podía vencer estos obstáculos, caí en la desesperación y el sueño se apoderó de mí. Mientras dormía con un sueño inquieto y agitado, mi espíritu ocupado con el objeto de mi desgracia, un anciano cuya cara se parecía a la mía, se presentó ante mí y me dijo: «Levántate Balînûs, y entra en este camino subterráneo que te conducirá a la ciencia de los secretos de la creación, y alcanzarás a conocer como ha sido formada la naturaleza». Yo le respondí: «Las tinieblas me impiden discernir nada en este lugar, y la luz no puede resistir la fuerza de los vientos que aquí soplan». Me dijo entonces el anciano: «¡Oh Balînûs!, pon tu luz bajo un recipiente de cristal, así estará al abrigo de los vientos que no podrán apagarla y así te iluminará en este lugar tenebroso». […] Y yo le dije: «¿Quién eres tú que me haces partícipe de esta gran bondad?». Me respondió: «Soy tu creador, el ser perfecto». Entonces me desperté lleno de alegría, puse una luz en un recipiente de cristal tal como me lo había ordenado y entré en aquel subterráneo. Allí encontré a un anciano sentado en un trono de oro, que tenía en una mano una tabla de esmeralda; sobre la que estaba escrito: «He aquí la formación de la naturaleza»; ante él había un libro en el que se leía: «He aquí el secreto de la creación de los seres, y la ciencia de las causas de todas las cosas».

Hasta mediados del siglo XII el texto de la Tabla de esmeralda no fue traducido al latín. La primera versión se hizo a partir del Kitâb sirr al-Halîka y su autor fue Hugo de Santalla, dicho escrito sirvió de base a los utilizados por los alquimistas posteriores. Otro texto árabe traducido al latín a finales del siglo XII, refuerza el mito del encuentro de la tumba de Hermes Trimegisto y, con él, de toda la sabiduría alquímica esotérica; se trata del texto conocido como Senioris Zadith, filii Hamuelis tabula chimica, marginalibus adaucta, que describe como Senior Zadith, hijo de Umayl, penetró en cierto lugar subterráneo donde se hallaba la estatua de un hombre sentado que sostenía una tabla con jeroglíficos, tal como aparece en un grabado que acompaña la edición de este libro, en el Theatrum chemicum, publicado en Estrasburgo en 1661.

Representación del encuentro de la Tabla de Esmeralda del libro “Aurora consurgens”, XV.

La obra de Balînûs comienza con la afirmación de que él conoce la ciencia de los talismanes y de las cosas maravillosas que recibió Señor del universo, «una ciencia muy particular, superior a la naturaleza, y tan sutil que escapa a los accidentes de la materia, fuerte y penetrante.” Después explica cómo encontró la Tabla y que gracias a este texto comprendió cómo había sido formada la naturaleza y alcanzó el conocimiento de las causas de todas las cosas.

La obra de Balînûs comienza con la afirmación de que él conoce la ciencia de los talismanes y de las cosas maravillosas que recibió Señor del Universo, «una ciencia muy particular, superior a la naturaleza, y tan sutil que escapa a los accidentes de la materia, fuerte y penetrante.”

A partir de la traducción al latín, su difusión en Occidente fue imparable. Una de las más conocidas, aunque no de las primeras, fue la que aparece en el Liber hermetis de alchimia, que se remonta al s. XII y que se conoce como la «vulgata», pero que debe su éxito a que en ella figura el comentario de otro alquimista llamado Hortulano, de mediados del s. XIV.  Esta es la que presentamos aquí, junto con la traducción de la Tabla de Apolonio/Balînûs. Es interesante la comparación de ambas pues una aporta luz sobre la otra.

Debemos resaltar que el comentario de Hortulano, es decir, “el jardinero, denominado así a causa de los jardines marinos”, es extraordinario y merece ser leído con atención. Su importancia reside en que afirma que confirma la veracidad de las palabras de Hermes porque las ha experimentado:

El Filósofo dice: «Verdadero», refiriéndose a que el arte de Alquimia nos ha sido dado. «Cierto [sin mentira]», dice esto para convencer a quienes dicen que la ciencia es mentirosa, es decir, falsa. «Auténtico», es decir, experimentado, pues todo lo que ha sido experimentado es muy cierto. «Verdadero», pues el muy verdadero sol es procreado por el arte. Dice muy verdadero de modo superlativo, porque el sol engendrado por este arte sobrepasa a cualquier sol natural en todas sus propiedades, tanto medicinales como en las otras.

Raimon Arola, en su libro La cábala y la alquimia en la tradición espiritual de Occidente, explica que el arte hermético se fundamenta en el conocimiento experimental del sol engendrado por este arte tal y como se dice al final de la Tabla. El sol es el oro que aparece cuando se ha unido lo que está arriba con lo que está abajo, haciendo “una obra de milagros para una cosa única”.  La práctica del arte hermético consiste en la regeneración del mundo caído a fin de que se convierta en el nuevo mundo. El artista recoge en la oscuridad de la muerte un pequeño resto de luz para revivificarlo, tal como está descrito en la leyenda de la Tabla de esmeralda y añade unas frases significativas acerca de la figura de Hermes Trismegisto, ya que además del personaje también representa la materia de la obra:

Si el hombre-dios fue apodado Trimegisto, ‘triple en sabiduría’, se debe a que era profeta, filósofo y rey, lo cual debe entenderse como que su poder abarcaba todos los estados de la creación, pues el profeta regenta el mundo espiritual, el filósofo, el psíquico y el rey, el material. En el lenguaje alquímico estos tres reinos corresponderían al azufre, el mercurio y la sal.

En este sentido Arola cita a Hortulano quien explica lo siguiente respecto al nombre de Hermes Trimegisto:

«Así he sido llamado Hermes triple en sabiduría», es decir, «Mercurio tres veces muy grande». Después de haber mostrado la composición de la Piedra, el Filósofo muestra, de modo encubierto, de qué está hecha nuestra piedra, nombrándose a sí mismo. En primer lugar, a fin de que sus discípulos, cuando lleguen a esta ciencia, se acuerden siempre de su nombre. Sin embargo, con qué se hace la piedra lo trata a continuación, diciendo: «Porque tengo las tres partes de la Filosofía de todo el mundo» […], que están, las tres, contenidas en la única piedra, es decir, en el Mercurio de los Filósofos.

Con lo que se da a entender que Hermes-Mercurio no fue únicamente un personaje, sino que su nombre se refiere también a la substancia de la obra, la misteriosa primera materia o el mercurio de los filósofos.

Por último, presentamos las dos versiones más conocidas de la Tabla traducidas por Juan Graal, se trata de la versión del Kitâb sirr al-Halîka, de Apolonio de Tiana, con las citas de Ibn Umayl, conocido en latín como Senior Zadith, que aparecen en cursiva. Le sigue a esta traducción, la llamada Vulgata latina procedente de De Alchemia.

Dos gráficos de una copia de un fragmento del «Kitab Sirr al-Asrar».

 

 Kitâb sirr al-Halîka

Cuando entré en la caverna en la que había gravado un talismán, me encontré con un anciano sentado en una cátedra de oro, que tenía en su mano una Tabla de esmeralda. Cogí la tabla que estaba en la mano de Hermes. Sobre esta tabla estaba escrito en lengua primigenia:

Verdadero, indudable, cierto, auténtico

Que lo más alto viene de lo más bajo

Y lo más bajo de lo más alto viene

Realiza las maravillas a partir de algo único

Así como todas las cosas vienen de eso único

Mediante un único proceso

Es el principio del mundo en el que

Su padre es el Sol, su madre, la Luna

El viento lo ha llevado en su vientre

La tierra lo ha nutrido con su leche

Es el padre de los talismanes, detentador de los prodigios

Perfecto en su potencia

Un fuego que se ha convertido en tierra

Has de separar la tierra del fuego

Y te abrirá los ojos

Lo sutil es más noble que lo espeso

Con suavidad y orden

Donde toma de las luces más altas

Y después se precipita hacia la tierra

Poseyendo el poder de lo más alto y de lo más bajo

Pues con él se halla la luz de las luces

Y por ero huyen de él las tinieblas

Fuerza de las fuerzas

Vence toda cosa sutil, penetra toda cosa espesa

Conforme a la formación del gran mundo

Transcurre esta obra

Esta es mi gloria

Y por eso he sido llamado Hermes el tres veces grande en Sabiduría.

De Alchemia

Palabras secretas de Hermes que estaban escritas en una Tabla de esmeralda hallada entre sus manos, en una cueva oscura donde fue encontrado su cuerpo inhumado.

Verdadero, indudable, cierto, muy verdadero

Que lo que está abajo es como lo que está arriba

Y lo que está arriba es como lo que está abajo

Para realizar los milagros de una sola cosa

Y así como todas las cosas vinieron de uno por la meditación de uno

Así todas las cosas han nacido de esta cosa única por adaptación

Su padre es el Sol, su madre la Luna

El viento lo ha llevado en su vientre

La tierra es su nodriza

El padre de todo el telesma de todo el mundo está aquí

Su poder permanece entero

Si es convertido en tierra

Separarás la tierra del fuego

Lo sutil de lo espeso

Suavemente con gran ingenio

Y de nuevo desciende a la tierra

Recibiendo la fuerza de las cosas superiores e inferiores

Así tendrás la gloria de todo el mundo

Por eso, toda oscuridad huirá de ti

Aquí esta la fuerza fuerte de toda fuerza

Que vencerá toda cosa sutil y penetrará toda cosa sólida

Así fue creado el mundo

De aquí saldrán adaptaciones admirables, de las cuales éste es el modo.

Por eso soy llamado Hermes Trismegisto, poseyendo las tres partes de la filosofía de todo el mundo

Lo que dije de la obra del Sol está completo.

 

Hermes, el Alquimista uniendo el fuego celeste y el terrestre. Frontispicio de “Chymischer Natur Spiegel” de Johann Martin Stiller, 1685.